Recuerdo el día que decidí dejar de ser solo un proyecto a medio hacer. Estaba un sábado por la tarde, con los niños jugando en el salón. La casa era un caos, un reflejo de mi cabeza. Y ahí estaba yo, frente a la pantalla. Con la ansiedad de ver

Ese día, la soledad era tan densa como el humo de un cigarrillo en la habitación de un bar. Había acabado de salir del ejército. No sabía qué carajo hacer con mi vida. Era un becario mal pagado en una agencia de marketing. Un café frío y la pantalla en

Recuerdo ese día fácilmente. Estaba en el bar de la esquina, con mis amigos. Las risas se mezclaban con los ecos de botellas y vasos. Pero en mi cabeza había un ruido mucho más fuerte. No era solo el desahogo de un fin de semana. Era la sensación de estar

Siempre recordaré aquella noche oscura, cuando el crujir de la puerta me sacó de mis pensamientos. Eran las once. Un día cualquiera. Pero esa noche, todo se reconocía en la mirada de mi padre. Con su copa en mano y la tristeza en su voz, me habló de sueños rotos